Reunión mágica 2007

Graciela mañana vendría a casa con Rivka, y hablar hebreo con ellas y con Tule fue para mí una hermosa experiencia (hacía años que no practicaba, desde el secundario donde aprendí por única vez y me sorprendí que aprender el idioma es como andar en bici, nunca se olvida).

Diana decía una gran verdad: “lo que se aprende de chicos queda grabado a fuego”. Y nosotros sabíamos el valor que nuestros padres le daban a la familia, el estar presentes en las buenas y en las no tan buenas que nos depara la vida. La vida son las presencias, decía mi madre Masha...

Y allí estábamos todos, haciendo lo que nos enseñaron y nos quedó grabado a fuego: encontrar encuentro...

La mayoría de nosotros jugamos de locales. José desde Mar del Plata nos explicaba que por motivos de trabajo no podrían concurrir él y sus hermanos Ignacio y Natalia. Sus padres Pascual y Ana María (ambos partieron) en el transcurso del año pasado. Los recordamos con cariño.

Gracias a la computadora que trajo Luis, pudimos colocar el CD con el Power point realizado con las fotos actualizadas de los descendientes. Se reunían chicos y grandes por grupos y por momentos a deleitarse.

Al final Maia de 20 años le contaba cuentitos a Sebastián de 2 añitos. Allí se conocían por primera vez, pero cuando le preguntaban a Seby, con quien estaba jugando decía muy seguro: con mi “prima”. La sensación de pertenencia comienza en uno mismo. No se presta ni se alquila, nace tan claramente dentro de nosotros como le sucedía a Sebastián, el más pequeño de la reunión. Martín iba al cuadro sinóptico y leía su nombre para asombro de todos entre los de sus primos y hermanos.

Llegó el momento de las fotos. Primero los mayores, luego la generación intermedia y finalmente los niños. Iban y venían, como en los antiguos casamientos.

Los flashes parecían estrellitas destellantes que iluminaban todo desde el afecto. Y en esa jornada “sobraba afecto”...

Los esposos de los Minuchines y descendientes también se sacaron fotos. Ellos eran los que debían “soportarnos” (así decían entre ellos).  Fueron los que sacaban la mayoría de las fotos, los que nos acompañaron a la reunión y en la vida, los que ayudaron para a par en todo lo que fuera necesario.

Las horas pasaron y como todo lo que comienza debe terminar, nadie deseaba irse, sin embargo de a poco nos fuimos retirando del lugar con el sabor de los recuerdos. Nos daría que hablar por mucho tiempo. Ese gustito a “vivencia”  que teníamos puestas en nuestros corazones ya estaba haciendo efecto.

Mientras que a pocos días de terminada la fiesta  recibía el mail de la querida Chola desde Israel: “Me ha alegrado mucho saber que la fiesta fue un éxito y que el encuentro fue una fuente de alegría. Seguramente, nuestros hijos  en algún momento de su vida, tendrán curiosidad por saber más acerca de su origen. Quiero decir que todos los que han trabajado en torno a este objetivo serán compensados por el interés que despertó su esfuerzo”.

Y el mail de Cahi  cuya sensación  fue la de un encuentro muy fuerte que aseguró "enraíza" con lazos muy profundos .

Qué emoción al enterarme que primos que no se veían hace años, se reencontraban (me incluyo), o que algunos que ni se conocían quedaban en encontrarse a ver algún espectáculo. “Encontrar encuentro” fue el objetivo de ésta reunión familiar y superó ampliamente las expectativas de todos. No puedo repetir todos los mails de agradecimiento, pero deseo que sepan que fueron muchos, y muy dulces...

En fin, fue una hermosa, irrepetible y particular experiencia, que deseaba compartir con los que no pudieron concurrir, pero estuvieron presentes desde nuestro corazón y afecto.

Un fuerte abrazo a toda la tribu:

 

Patricia Minuchin (Patty).

 

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