Fórmula de frecuencia cardiaca.

Enviado por el lector Esteban González.

    La fórmula habitual para la frecuencia cardiaca era falsa.
    «Anote su edad, la restamos a 220 y así obtenemos su frecuencia cardiaca máxima».    Durante tres décadas, los cardiólogos se han venido apoyando en este simple cálculo para conocer el límite máximo de contracción del corazón de una persona. La fórmula se impuso de tal manera, que cualquiera que haya corrido en una máquina de gimnasio ha visto unas gráficas que la usan para determinar el ritmo si se pretende quemar grasas o consumir glucógeno como fuente energética. La fórmula era sencilla, pero falsa.

   Los primeros que cayeron en la cuenta -hace ya más de una década- de que la fórmula no era válida de forma universal fueron los fisiólogos del ejercicio.
   Abandonaron esta ecuación al comprobar que muchos atletas, principalmente los especialistas en pruebas de resistencia, alcanzaban frecuencias cardiacas imposibles desde un punto de vista teórico.
  
No es tan raro que un corredor de fondo sea capaz de superar las 200 pulsaciones por minuto en entrenamientos de alta exigencia.

Historia de un método ineficaz.
  
¿Cómo se generó este método? En realidad, fue propuesto por un joven y desconocido cardiólogo, el doctor William Haskell, en 1970. Lo obtuvo a partir de un estudio de prevención de enfermedades del corazón y fue rápidamente adoptado por los fisiólogos del ejercicio e incluso por los fabricantes de monitores de frecuencia cardiaca en EEUU y Finlandia.
  
Haskell, que ejerce actualmente como catedrático de Cardiología en Stanford (EEUU), ha reconocido estos días que aquella fórmula se originó a partir del estudio de enfermos de corazón, fumadores y menores de 55 años, pero sin incluir población sana y, menos aún, deportistas.
  
«En mi departamento hemos bromeado a menudo con la importancia que se concedió a nuestra fórmula. De repente, se adoptó como una guía infalible para diseñar el entrenamiento de los atletas y fijar los programas de fitness de este país», afirma Haskell.
  
Una nueva fórmula eficaz.
  
Un trabajo anula el método tradicional y propone una nueva herramienta de cálculo. El trabajo, realizado por Douglas Seals, fisiólogo del ejercicio en la Universidad de Colorado (EEUU), se publica en 'The Journal of the American College of Cardiology' .
   La fórmula consiste en multiplicar la edad por 0,7 y restarla a 208. Esta vez, parece que sí se ha partido de una muestra suficientemente grande -más de 19.000 personas sanas- pero, aún así, los deportistas de elite quedarán fuera de sus límites.
   En realidad, para otros expertos, como Fritz Hagerman, fisiólogo del ejercicio y preparador del equipo de remo de la Universidad de Ohio, «la frecuencia cardiaca no es tan importante».